
¿Sabes de verdad, la importancia de este gesto?
El lavado de manos con agua y jabón es una práctica sencilla e indispensable para prevenir el contagio de enfermedades. Se sabe, de hecho, que evitaría casi la mitad de las muertes por diarreas y una de cada cuatro por infecciones respiratorias agudas en menores de cinco años. Son las primeras causas de mortalidad infantil en el mundo. En los países desarrollados no hay ningún obstáculo para que todos, adultos y niños, nos lavemos las manos con agua y jabón y protejamos nuestra salud: disponemos de agua con solo abrir el grifo y jabones de todos los precios y características. Y, aun así, esta práctica parece no estar extendida.
Así lo señalan los pocos estudios que se han hecho al respecto. Uno de ellos se realizó en 2012 en una consulta de pediatría de Málaga entre niños que presentaban síntomas de infecciones respiratorias. Las encuestas revelaron que el 67% de los familiares que estaban en contacto con ellos no se lavaba las manos antes de interactuar con los niños pese a que dos de cada tres familiares estaba desarrollando en ese momento un catarro.
Y eso, que hoy ya nadie pone en duda la eficacia del lavado de manos como medida de control de enfermedades. Aunque no siempre fue así. De hecho, el precursor de este sencillo gesto, el médico húngaro Ignacio Felipe Semmelweiss, fue criticado y destituido por impulsar esta práctica. Corría el año 1846 y, por aquel entonces, en ciudades como Viena hasta el 40% de las mujeres que daban a luz fallecían por fiebres que empezaban tras el parto. Semmelweis observó que las muertes eran hasta cinco veces superiores en aquellos pabellones atendidos por estudiantes de medicina que venían de su clase en las morgues respecto a los que estaban al cargo de las matronas. Decidió instalar un lavatorio de manos para el personal médico y las muertes de parturientas se redujeron un 70%. No obstante, su medida fue cuestionada, Semmelweis fue apartado del hospital en el que trabajaba y no fue hasta medio siglo después cuando el lavado de manos antes de atender a los pacientes se aceptó de forma generalizada entre la comunidad médica.
Después, llegaría la promoción de este hábito entre la población general. Sin embargo, en 2008 Naciones Unidas decidió dar un impulso a esta práctica declarando el 15 de octubre como Día Mundial del Lavado de Manos. España se sumó por primera vez a esta cita el año pasado con un grupo de trabajo constituido por entidades no lucrativas y empresas –Abbvie, Agbar, Alianza Aire, DKV, Fundación LovexAir, Rentokil y Fundació Roger Torné- dispuesto a promover esta importante práctica de higiene y prevención en salud.
Esta celebración, como siempre sucede con los días mundiales, da una idea de que este hábito está menos extendido de lo que debería. Porque insistimos: no hay medida más barata y eficaz para prevenir enfermedades. En la Fundació Roger Torné defendemos la necesidad de que las familias adopten hábitos de vida saludables pero somos conscientes de que, en ocasiones, estos no son los más baratos o los más accesibles. De hecho, la llamada comida basura suele ser más económica que un menú de dos platos en un sencillo restaurante. Y, en ocasiones, la carencia de zonas verdes en algunos barrios de las grandes ciudades obliga a las familias a tener que desplazarse para que sus hijos entren en contacto con la naturaleza, tan beneficiosa para la salud infantil. Y eso tiene un coste en ocasiones difícil de asumir porque precisamente las familias que viven en esos barrios sin zonas verdes no suelen disfrutar de unas economías que les permitan gastos que vayan más allá de la supervivencia en el día a día.
Sin embargo, lavarse las manos con agua y jabón es una práctica que está al alcance de todas las familias y que ayudaría a prevenir el contagio de infecciones respiratorias como la gripe, bronquiolitis y neumonías, tan frecuentes entre los meses de octubre a marzo y que, curiosamente, se encuentran entre los principales motivos de preocupación de las familias.
Pero, ¿cuándo debemos lavarnos las manos?
Las manos deben lavarse con agua y jabón al preparar alimentos o manipularlos, después de haber tocado tierra o animales, de utilizar el inodoro o al cambiar pañales. También antes de tocar bebés, estornudar o toser si nos llevamos la mano a la boca, así como al llegar a casa y tras viajar en transporte público o después de haber estado en espacios cerrados y con mucha gente donde estamos más expuestos a los virus de las infecciones respiratorias.
¿Cómo hay que lavarse las manos?
Un lavado de manos correcto no depende de si el agua está fría, caliente o templada, sino de que se utilice un gel y que se froten ambas manos, tanto el exterior como las palmas, los dedos y debajo de las uñas durante al menos veinte segundos. El aclarado es muy importante para que arrastre la suciedad, y también lo es el secado. En casa puede hacerse con una toalla siempre que se cambie con suficiente frecuencia, pero es recomendable que los niños tengan una propia.
¿Cómo podemos facilitar esta práctica en casa?
Hacer del lavado de manos con agua y jabón un hábito saludable entre los niños depende, básicamente, de dos factores: que sus padres también se laven las manos y que se diviertan. Porque los niños aprenden imitando y a través del juego. Por eso, puede ayudar que, si hay varios niños en casa, los padres hagan un concurso para ver quién se lava mejor las manos y deja el baño ordenado y limpio después, o que se coloque una cuadrícula en la nevera con los nombres de los miembros de la familia en la que se peguen estrellas cada vez que uno de ellos se lava las manos. También, que los padres contemos con la opinión de los hijos a la hora de comprar el jabón: nos aseguraremos, así, que la textura y el olor les gusta.
Igualmente importante es que los niños lleguen al lavabo y al grifo, para lo cual en ocasiones habrá que colocar un taburete o algún tipo de ayuda. Así podrán ir lavándose las manos ellos solos poco a poco. Para que lo hagan durante veinte segundos, la duración ideal de esta práctica, puedes animarles a cantar el “cumpleaños feliz” cuando se frotan las manos. El grifo debe estar cerrado mientras, y, así, también les enseñamos a no malgastar agua. Pero, sobre todo, recuerda: lávate tú también las manos. Mientras ellos sean pequeños, hazlo con ellos, pero sigue haciéndolo cuando ellos puedan hacerlo por su cuenta. No olvides que tu ejemplo es, tanto en este como en otros hábitos saludables, la mejor manera de ayudar a que tus hijos crezcan sanos.
Fuente: Fundacié Roger Torné
www.respiramejor.es
Leer más